Un presentimiento. Eso fue lo que llevó a Mario Flores a salir de casa cada noche para contemplar el firmamento, a repasar las formas de las estrellas y los diversos colores que ofrecía el cielo. Pasaba horas acostado en el suelo, mirando cómo las nubes cambiaban de forma, deteniendo su mirada en los cerros y en los destellos de luz que se escondían detrás de ellos.
Le encantaba ver todo eso, contemplarlo todo, como si quisiera grabar esas imágenes en su memoria y dejarlas perennes en sus recuerdos. Pero un día, cuando tenía 14 años, todo cambió. Mario se quedó ciego. sin embargo no había más colores, ni luces, ni formas. Solo la oscuridad de la ceguera.
Sin embargo, Mario no se dejó vencer por la tristeza y la desesperanza. A pesar de su discapacidad, siguió adelante y encontró una nueva pasión en la vida: enseñar braille. Se convirtió en un maestro de braille y dedicó su vida a enseñar a otros a leer y escribir en este sistema de lectura y escritura táctil para personas ciegas.
Pero Mario no solo enseñaba braille, también enseñaba a sus alumnos a enfrentar las sombras. Les enseñaba a no dejarse vencer por la oscuridad, a encontrar la luz y la esperanza incluso en los momentos más difíciles. Les enseñaba que la ceguera no era una limitación, sino una oportunidad para desarrollar otras habilidades y talentos.
Y así, con su pasión por enseñar y su optimismo inquebrantable, Mario se convirtió en un maestro muy querido por sus alumnos. Les enseñaba con amor y paciencia, y les demostraba que la ceguera no era un obstáculo para alcanzar sus sueños.
Pero Mario no solo enseñaba a sus alumnos, también les inspiraba con su propia historia. Les contaba cómo, a pesar de haber perdido la vista, seguía disfrutando de la belleza del mundo a su alrededor. Les hablaba de cómo podía sentir el sol en su piel, el vendaval en su fisonomía y el aroma de las flores en su jardín. Les enseñaba que la ceguera no era una barrera para disfrutar de la vida.
Y así, Mario se convirtió en un ejemplo de superación y resiliencia para sus alumnos y para todos aquellos que tuvieron la oportunidad de conocerlo. Su historia se difundió y llegó a inspirar a muchas personas que, como él, enfrentaban la ceguera.
Pero Mario no solo enseñaba a sus alumnos a enfrentar las sombras, también les enseñaba a enfrentar los prejuicios y la discriminación. Les hablaba de cómo la sociedad a menudo limita a las personas ciegas, pero les demostraba que ellos podían hacer todo lo que se propusieran. Les enseñaba a no dejarse vencer por los obstáculos y a luchar por sus sueños con determinación y valentía.
Y así, gracias a la enseñanza de Mario, sus alumnos no solo aprendieron braille, sino que también aprendieron a ser fuertes y a creer en sí mismos. Se convirtieron en personas seguras, capaces de enfrentar cualquier desafío que se les presentara.
Hoy, Mario Flores es recordado como un maestro excepcional, un verdadero héroe que dedicó su vida a enseñar y a inspirar a otros. Su transmitido vive en cada uno de sus alumnos, que llevan consigo sus enseñanzas y su espíritu de lucha.
Así que, si alguna vez sientes que un presentimiento te empuja a hacer algo, no dudes en seguirlo. Porque como Mario demostró, a veces los presentimientos pueden llevarnos a lugares maravillosos y a cumpl